Hace unas décadas, la forma más común de contactarse con las personas que estaban lejos era mediante una carta. La llegada del cartero significaba una alegría, sin importar el tiempo que había que esperar. De a poco, comenzaron a convertirse en un encuentro íntimo que siempre estaba presente en los momentos especiales. Los avances tecnológicos y los altos costos influyeron en que la práctica comience a desaparecer. En la actualidad es más fácil mandar un mensaje por WhatsApp. Sin embargo, estos no alcanzan el mismo impacto que nuestras palabras escritas de puño y letra. Con una carta entregamos una parte de nosotros y demostramos más de lo que pensamos.
Sin embargo, las cartas que mandamos o recibimos alguna vez siempre están presentes en los recuerdos. “Una carta es una muestra tangible de que alguien pasó tiempo pensando en vos. En papel las palabras tienen un sentido de permanencia, algo de lo que quizás te podés arrepentir, pero siempre va a estar igual. Las cartas no se bloquean ni se eliminan”, definió Belén Saavedra, de 28 años.
En los retiros escolares comenzó a escribir cartas a sus amigas, una práctica que en su vida nunca dejó de usar. “La carta más importante que escribí fue parte de una dinámica, y estaba dirigida a mí misma: fue una carta de perdón, agradecimiento y amor, me cambió la perspectiva”, reflexionó. Belén lloró y superó rencores escribiendo cartas y lamenta que se esté perdiendo la costumbre: “los sentimientos se vuelven efímeros. Una carta requiere tiempo que no vamos a pasar en redes sociales y, eso actualmente pocos pueden sacrificar”.
Registro inconsciente
“La escritura a mano es el registro consciente e inconsciente de una persona. Cuando escribimos lo hacemos porque queremos, pero a medida que nos deslizamos en la hoja mostramos lo que el inconsciente guarda”, afirmó la grafóloga Lucia Daluz. Además, explicó algunos de los elementos que se analizan en la letra para conocer a una persona: “el espacio entre palabras hablan de la libertad emocional; en la inclinación se ve la afectividad. En el tamaño de las letras, el nivel de concentración; en la dirección, el estado anímico. La forma de las letras manifiesta el comportamiento. En la presión ejercida sobre el papel se ve la forma de canalizar la energía. La grafología interpreta los símbolos gráficos para conocer la personalidad”, explicó.
La grafóloga lamenta que se esté perdiendo la escritura manuscrita, porque es algo terapéutico. “Cuando escribimos por el celular podemos enmascararnos. En la escritura podemos saber la autenticidad en forma certera”, agregó.
Momentos especiales
Expresar lo que sentimos en un papel demostró a algunas personas que escribiendo quizá podían expresarse mejor que oralmente. Por eso, las cartas aún siguen presentes en algunas fechas importantes. “Las cartas eran un recurso utilizado para manifestar sentimientos, eran un regalo y un encuentro profundo”, afirmó Débora Trejo, de 35 años. Recuerda que para cada uno de sus cumpleaños recibía una carta de su padrino, que hace años vive en Buenos Aires. Ahora, el mensaje llega por WhatsApp y siente que no es lo mismo.
Cuando escribe una carta, Débora toma mayor conciencia y responsabilidad de sus palabras. “Ahora si querés escribir algo, lo hacés por internet con un mensaje lleno de emojis. Eso provocó que se pierda la capacidad de expresarse con palabras, no hay nada más bello que una carta de amor de puño y letra”, aseguró. Por eso, guarda un tesoro: una carta que le hizo su marido junto a los dibujos de sus hijos.
A Leandro Nicolosi, de 23 años, las cartas lo ayudan a despedirse y recordar. “Me despedí de mis compañeros del colegio con una carta. Cuando terminé mi intercambio escribí una carta para los amigos que hice en el camino”, contó. El significado de una carta también se reflejaba en la forma de entregarla: sus amigos dejaron cartas escondidas por la casa para despedirse, sin saber si se volverán a ver. “Para mí es mucho más fácil escribir que hablar. Al leer una carta lo hago con la voz de la persona que la escribió”, agregó. Con la voz de la persona en la mente y su carta en mano, asegura que un mensaje virtual no logra las mismas sensaciones.
Recuerdos que perduran
“Te quiero”, “sos mi mejor amigo”, “me enojé con vos”, son mensajes que Rosario Guerra, de 38 años, dedicaba a sus amigos. “Ahora enviar una carta es muy caro. La caligrafía pone en evidencia la fidelidad de los años. Con la tecnología nacieron nuevas herramientas; pero la nostalgia que transmite el aroma de un papel se pierde”, reflexionó. La carta más linda que recibió vino desde Estados Unidos con un CD de regalo donde una amiga le compuso una canción.
“Escribiendo en papel te concentrás, pero en el celular a veces eso no es posible”, aseguró Aylén Garro, de 15 años. Gonzalo Cabrera, de 21 años, opinó: “la reacción de una persona cuando recibe una carta, es única. Las cartas son como los libros, no es lo mismo uno digital que uno en papel”, comparó. Para hacer un regalo aún más especial, Valentina Rodríguez, de 19 años, entregó a su abuela un rosario bendecido por el Papa con una carta. “Siempre es lindo cuando alguien se toma el tiempo de escribirte. Pero ver la letra de la persona es un regalo impagable”, agregó.
Cápsulas de tiempo
Algunas personas opinan que la costumbre de expresar lo que sentimos mediante una carta fue disminuyendo. Aunque al momento de pensar un regalo especial, una carta siempre es una buena opción: es un regalo que perdura en el tiempo. Para Ignacio Grassia, de 21 años, es importante que las personas que quiere, tengan siempre una parte de él. Por eso escribe cinco cartas al año: “la carta más importante fue para mi hermana. Me reconforta haberla ayudado con mis consejos y que los pueda leer cuando los necesite”, contó. “Guardo mis cartas en una caja con fotos y objetos que me traen recuerdos. Cuando vuelvo a leerlas se despiertan los sentimientos que tuve cuando las recibí”, aseguró Cecilia Herrera, de 22 años.
Nivel comunicacional
El grafólogo Ángel Díaz insiste en que el nivel comunicacional se pierde en un 80% en un mensaje virtual, la práctica más común en la actualidad. “¿Cuántas veces nos pasó de pelearnos con alguien por un mensaje mandado en un tono e interpretado en otro distinto? Sin saber mucho de grafología podemos intuir el estado de ánimo en una carta, si alguien presionó mucho el papel quizá estaba enojada, o si la letra estaba inclinada la persona pudo haber estado triste al escribir, en internet no se puede saber eso”, concluyó.